martes, julio 07, 2009

EYE CRUISING

Por: Carlos Alza Barco

Lima, 2008. Un restaurante. El señor X mira fijamente a la mesa ubicada justo al frente. En ella conversan M y su novia. El mozo ha retirado los cubiertos. La mesa está vacía y esperan la cuenta en absoluto y tenso silencio.

El señor X -desde la barra- bebe una copa de vino. Hace un gesto ofreciendo coquetamente un brindis a lo lejos. M asiente sutilmente mientras su novia lo mira con reserva. Ella, de espaldas, no lo nota.
La tensión en la mesa es evidente. Ella desea pararse y salir sin despedirse. El no quiere retenerla, tampoco quiere que la escena se convierta en un escándalo. El restaurante está lleno. Él quiere quedarse y corresponder compartiendo una copa de vino. La situación se hace insostenible.

El mozo se acerca y, sin decir nada, rompe el silencio. Entrega la cuenta. La novia saca dinero de su cartera cuando ----

- Yo pago, le dice él, con un gesto indiferente.

Ella niega con la cabeza. Entra en crisis, quiere huir del lugar pero no puede. Llora con ira y pena sin detenerse. Demasiadas confesiones después de 8 años de noviazgo.

M mira fijamente al señor X, intentando que ella no lo note. Busca corresponder a cada provocación que aquel hombre realiza con la copa y la mirada. El llanto de su novia lo perturba, desea callarla, que no interrumpa ese particular momento de sensualidad. No quiere perder el contacto. Coge su mano, ella lo acepta pero a la vez lo rechaza. El sigue compartiendo la mirada entre ella y el señor X, que vuelve a mirarlo de reojo con pretensión de seducción.

El sonríe. Ella lo mira, voltea hacia la barra. M intenta detenerla sin decir una palabra. Se pone de pie, sale, rauda, tratando de secarse las lágrimas con el pañuelo. Finalmente, ya lo sabe todo.

Barranco, mayo de 2009.